Hermandad del Santo Entierro


Real Hdad. de Dulce Nombre de Jesús y Santo Entierro de Nuestro Señor Jesucristo y Cofradía de Nazarenos del Santísimo Cristo de la Misericordia en su Traslado al Sepulcro, María Santísima de la Amargura, San Juan Evangelista y Santa María Magdalena.

  

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DATOS HISTÓRICOS DE LA REAL HERMANDAD DEL SANTO ENTIERRO


En relación con los primeros pasos de la Hermandad, la fecha exacta de su creación es desconocida, si bien el primer documento hallado hasta hoy data del año 1600, ya que el Libro de Hermanos Antiguos comienza precisamente con dos páginas referidas a la Entrada de nuevos hermanos, fechados en 1600 y 1602 respectivamente, lo cual nos permite deducir con claridad que la Hermandad ya funcionaba con plena normalidad a lo largo del siglo XVII como una de las Hermandades más destacadas de las que entonces existían en Paradas, tal y como también reflejaban las entradas de hermanos o los inventarios y estados de cuentas, y en los que la Hermandad demuestra su vitalidad, su riqueza patrimonial y su arraigo entre los paradeños.


La Cofradía procesionaba tradicionalmente el Viernes Santo por la tarde y la mañana del Domingo de Resurrección, rindiendo culto a tres imágenes: Dulce Nombre de Jesús, Jesús Yacente y Cristo Resucitado. Siendo el atuendo de los penitentes de túnica, antifaz, capirote y guantes negros, cinto blanco y escudo y emblema sobre el pecho.


La prosperidad de la Hermandad continuará hasta bien entrado el siglo XVIII, ya que su situación económica, era, cuando menos, desahogada, gracias a sus posesiones rústicas y que le permitían el disfrute de cuantiosos bienes y enseres propios de sus actividades y naturaleza.


Además también poseía ciertos inmuebles urbanos, así como gozaba de las donaciones y aportaciones, no solo de sus propios hermanos, sino también de no pocos vecinos particulares.

De esta forma la Hermandad ocupaba el cuarto puesto en importancia económica de las nueve Hermandades existentes en Paradas.


Pero en 1724, la Hermandad entra en un periodo de precariedad, debiendo incluso los hermanos con mayor poder económico, ejercer de prestamistas, para que la Cofradía pudiera seguir subsistiendo. Siendo posiblemente su recuperación económica sobre el año 1791 en el que se empieza a realizar un retablo para sus imágenes en la Iglesia. Un retablo que fue encargado al maestro tallista de Paradas, D. Bruno Casau.


También constituye una prueba de recuperación por el préstamo que en 1798 la Hermandad se verá obligada a realizar a la Corona, el cual ascendió a 2000 reales de vellón, la mitad prestada y la otra mitad en donativo gracioso, a fin de colaborar en la financiación de la guerra que mantenía España con Gran Bretaña.


En el siglo XIX sigue la recuperación económica y donde parece que llega la estabilidad, donde parece poco a poco a verse restablecido, e incluso incrementado, el patrimonio de la Cofradía. Es tal la tranquilidad en la que se desenvuelve la Hermandad, que ésta no va a verse turbada ni tan siquiera por la ocupación francesa de nuestro país y la siguiente Guerra de la Independencia. Incluso la Hermandad obedeció al requerimiento de la ayuda a la lucha contra las tropas napoleónicas, vendiendo cierta cantidad de aceite de su propiedad, lo que permitió efectuar un donativo gratuito por valor de 130 reales.


Gracias a la continuidad de su actividad, se decide enviar en 1817 al Supremo Consejo de Castilla unas nuevas Reglas de la Cofradía. En 1822, se encargará el Sepulcro nuevo al artista Miguel Abim, el cual costó 11000 reales.


Pero en 1837 daba comienzo la mal llamada “desamortización” de Mendizábal, que supuso una expropiación forzosa de buena parte de los bienes eclesiásticos y entidades religiosas, entre ellos los de las Hermandades y Cofradías. Este golpe estuvo a punto de ser mortal para una Hermandad como la del Santo Entierro, que obtenía gran parte de sus ingresos a partir de posesiones rústicas, fundamentalmente olivares. Solo el sustento proporcionado por una serie de mecenas locales iba a evitar su total desaparición. Si bien la Hermandad siguió existiendo, la verdad es que su situación era bastante precaria, estando en todo momento sus actividades muy mermadas.


Así, no es de extrañar que para el sufragio de una nueva imagen del Cristo Yacente, se recurriera en 1899 a las más diversas fórmulas de financiación, entre ellas la rifa de un “hermoso becerro”. Pese a las dificultades, en 1900 será bendecida la nueva imagen, obra del artista sevillano Manuel Gutiérrez Cano. Los actos en torno a la consagración de la nueva imagen contaron con un apoyo extraordinario entre toda la población.


Reverdecía viejos laureles la Cofradía y a ello contribuía además la generosidad de ciertas personas, como con la donación de una magnífica sábana de tul bordada en oro o el Pendón de terciopelo negro y oro.


Hasta la llegada de la Segunda República la Hermandad revive momentos de gran esplendor.


Pero fue en 1936 cuando fueron destrozadas las tres imágenes titulares de la Hermandad, así como su preciosa urna. De esta forma, la Hermandad va a tocar fondo y, pese a la salida  fundamentalmente simbólica de 1948, no será hasta 1975, cuando se produzca su actual reorganización.


Y siendo el Domingo de Resurrección de 1975, cuando el Cura Párroco Jesús Remírez Muneta sugirió la existencia de un hueco por cubrir, por una Hermandad tradicionalmente muy arraigada a la historia de Paradas. Se refería claro está a la Hermandad del Santo Entierro.


Una idea que fue acogida por D. Fernando Pérez Fernández, D. Manuel Martín Recacha y D. Manuel Carrión Vargas. Entusiasmados por la posibilidad de que Paradas volviese a disfrutar de una de sus Hermandades más queridas y añoradas. Así con diversas reuniones encaminadas a instruir en la forma correcta de ver el mundo de las Cofradías a los que en su día debían ser responsables principales de dicha Hermandad.


Así el Viernes Santo de 1976, a las 21:00 horas, salía del Templo Parroquial de San Eutropio, de nuevo, tras largos años de ausencia e innumerables sacrificios, la Hermandad y Cofradía del Santo Entierro de Paradas. El paso llevaba en su Urna al Santísimo Cristo Yacente y era portado por 16 costaleros. Gracias a D. José Gómez Guerrero, la Hermandad obtuvo la custodia y uso de su primitivo Pendón, así como la sábana de tul bordada en oro y dos libros de actas y cuentas.


Así año tras año la Hermandad iba creciendo en su número de hermanos y además se iba embarcar en una empresa mayor como fue la compra, primero, de un paso de la Hermandad de los Servitas de Sevilla y posteriormente el actual paso de la Hermandad, un misterio con un conjunto que se completará en 1985, obra de D. Manuel Hernández León.


Un misterio sobre majestuosa talla en madera de caoba, de un fino estilo barroco-churrigueresco, terminándose en 1987, por guzmán Bejarano. Una composición que fue rematada por 4 arcángeles en cada esquina, obra de D. Manuel Hernández León.


Algunos datos de interés en estos últimos años han sido los siguientes: el día 12 de octubre de 1981 fue bendecida la imagen del Santísimo Cristo de la Misericordia. En 1994, Su majestad el Rey, D. Juan Carlos I tuvo a bien acceder a ser Hermano de Honor de la Hermandad, lo que contribuyó a la posterior concesión del título de Real Hermandad.


Terminamos aquí este resumido recorrido histórico extraído del libro “La Hermandad del Santo Entierro de Paradas: apuntes históricos”, publicado en 2009 por D. José Antonio Barrera Lara y en el que todos los paradeños podrán encontrar la historia de la Cofradía que trata de encontrar en su pasado sus propias señas de identidad y que ha sido, y trata de seguir siendo, parte de la rica tradición religiosa, cultural e histórica de Paradas.